Magdalena de Kino, Sonora. Marzo 13, 2020. La pandemia que ocupa todos los titulares en el mundo, el coronavirus, es algo de lo que no puedo dejar de escribir hoy. No soy infectólogo, no soy virólogo, pero el alcance de mi perfil en temas de salud me compromete, al menos desde mi punto de vista, a divulgar la que creo es la información más pertinente. La propagación del virus es inevitable. La llegada del verano y el calor, no garantizan que detendrán lo que ya es una pandemia, no podemos dejar de actuar. Nuestra infraestructura sanitaria, hablo de México, no está preparada para enfrentar el problema y probablemente ningún país del mundo lo esté y dada la velocidad con que se está propagando el virus, sería infantil pensar que nuestro país no resultará tan afectado como sus vecinos o el resto del mundo. Las personas más vulnerables son los ancianos (perdón, no me gusta el eufemismo de “tercera edad”, anciano me parece mucho más respetuoso). Sabemos, hasta el momento, que los niños no son afectados o lo son mínimamente, no obstante, son portadores capaces de transmitir la enfermedad. La visita a casa del abuelo, por lo tanto, puede resultar ser una mala idea. Los jóvenes tienen menos riesgo, en la mayoría de los casos la infección se autolimitará. Pero aun así el número de personas vulnerables en nuestro país y en cualquier país del mundo es tan alto que no hay sistema sanitario capaz de ofrecer atención. Me refiero a camas de hospital, oxígeno, medidas de soporte y ventilación mecánica. Terapia intensiva. Hay que tomar en cuenta que no solo los ancianos son vulnerables. También personas con enfermedades preexistentes, crónico-degenerativas, como diabetes o cáncer, al igual que los fumadores. No será difícil entender que, si la infraestructura sanitaria colapsa, no habrá atención médica para nadie, con o sin coronavirus. Es así como la pandemia nos afecta a todos. Por eso es pandemia. No podemos pensar de manera individual, por ejemplo: “Yo soy joven y deportista, no tengo problema”. No. Todos tenemos un problema. Por lo tanto, debemos prepararnos ya para tomar medidas que afectarán significativamente nuestra rutina, nuestra manera de vivir, con el fin de hacer el contagio más lento y así los sistemas de salud tengan tiempo para prepararse y actuar. Ya no se trata de contener la pandemia sino de disminuir el impacto. Por todo lo anterior, probablemente lo que está por venir en nuestro país es la aplicación del concepto de “Distanciamiento social”. Un concepto que requerirá un amplio sentido de responsabilidad por parte de la ciudadanía y una respuesta firme y organizada por parte de las autoridades.